Even in the Quietest Moments (editado en abril de 1977) fue uno de los álbumes más inspirados y complejos realizados por Supertramp en toda su historia. Para desentrañar el proceso de grabación de esta obra, es necesario retroceder hasta su comienzo. Ya que, buscando un nuevo sonido, el grupo se dirigió a los famosos estudios Caribou Ranch de Colorado, Estados Unidos. También fue el primer trabajo en el que participó el ingeniero Peter Henderson, quien trabajó con el grupo durante sus tres siguientes discos.
Como obra terminada, Even in the Quietest Moments, conformará el punto intermedio entre la labor británica de Supertramp y su espaldarazo definitivo hacia el mercado discográfico norteamericano. Algo que conseguirían con el éxito masivo de Breakfast in America (1979) y (el álbum en vivo) Paris (1980). Esto fue antes de que Hodgson y Davies, sus dos líderes, se empezaran a tirar los platos a la cabeza. Fue una de las batallas de egos más grandes que se hayan visto en el rock, desde la de Lennon y McCartney.
Even in the Quietest Moments arrancaba con el melódico “Give a Little Bit”, un gran clásico de la banda, con su sabor acústico, en donde Hodgson se luce con una performance perfecta. Sin dudas, era la canción ideal para empezar este álbum. “Lover Boy”, por el contrario, era un tema irónico, pero muy querible; una grandísima performance de Davies, quien nos regala una creación con fuerza, humor y calidad. “Even in the Quietest Moments” era otra soberbia creación de Hodgson, quien parecía estar batiéndose en un auténtico duelo creativo con Davies. Era un "face to face" impresionante, en el que cada uno por su lado creaba una canción mejor que otra. La mayor parte de esta canción fue escrita durante una prueba de sonido para un concierto en Copenhague.
En “Babaji” -otro gran tema de la dupla- el ritmo y la música empiezan lentos y toman ritmo al final. Sin embargo, nada es comparable a la extraordinaria complejidad musical desarrollada en la parte final del disco; primero con “From Now On”, en donde -como si no fuera suficiente con lo ya producido a lo largo del disco- Supertramp nos entrega otra canción impresionante que contiene una letra no recomendable para aquellas almas sensibles que se deprimen en los atardeceres dominicales. El solo de saxo de Halliwell es inolvidable.
Y así llegamos al final con “Fool’s Overture” (que arranca con la grabación de un discurso de Winston Churchill), tema que tuvo como título provisional “The String Machine Epic”, y que según John Helliwell, “surgió principalmente de unas pocas melodías en las que Roger había trabajado con la máquina de cuerdas que usábamos en el escenario”. Esta canción larguísima seguramente es, junto con “School", uno de las más progresivoa que haya grabado Supertramp en toda su historia. Tambien contiene elementos musicales que lo convierten casi en una mini suite; y la mejor forma de cerrar un disco superlativo.
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